martes, 28 de febrero de 2012

Fuga de la muerte por P. Celan

Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Ángel Valente

martes, 14 de febrero de 2012

El ruiseñor y la rosa

-Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa roja -se lamentaba el joven estudiante-, pero no hay una solo rosa roja en todo mi jardín.
Desde su nido de la encina, oyóle el ruiseñor. Miró por entre las hojas asombrado.

-¡No hay ni una rosa roja en todo mi jardín! -gritaba el estudiante.

Y sus bellos ojos se llenaron de llanto.

-¡Ah, de qué cosa más insignificante depende la felicidad! He leído cuanto han escrito los sabios; poseo todos los secretos de la filosofía y encuentro mi vida destrozada por carecer de una rosa roja.

-He aquí, por fin, el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Le he cantado todas las noches, aún sin conocerlo; todas las noches les cuento su historia a las estrellas, y ahora lo veo. Su cabellera es oscura como la flor del jacinto y sus labios rojos como la rosa que desea; pero la pasión lo ha puesto pálido como el marfil y el dolor ha sellado su frente.

-El príncipe da un baile mañana por la noche -murmuraba el joven estudiante-, y mi amada asistirá a la fiesta. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta el amanecer. Si le llevo una rosa roja, la tendré en mis brazos, reclinará su cabeza sobre mi hombro y su mano estrechará la mía. Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Por lo tanto, tendré que estar solo y no me hará ningún caso. No se fijará en mí para nada y se destrozará mi corazón.

-He aquí el verdadero enamorado -dijo el ruiseñor-. Sufre todo lo que yo canto: todo lo que es alegría para mí es pena para él. Realmente el amor es algo maravilloso: es más bello que las esmeraldas y más raro que los finos ópalos. Perlas y rubíes no pueden pagarlo porque no se halla expuesto en el mercado. No puede uno comprarlo al vendedor ni ponerlo en una balanza para adquirirlo a peso de oro.

-Los músicos estarán en su estrado -decía el joven estudiante-. Tocarán sus instrumentos de cuerda y mi adorada bailará a los sones del arpa y del violín. Bailará tan vaporosamente que su pie no tocará el suelo, y los cortesanos con sus alegres atavíos la rodearán solícitos; pero conmigo no bailará, porque no tengo rosas rojas que darle.

Y dejándose caer en el césped, se cubría la cara con las manos y lloraba.

-¿Por qué llora? -preguntó la lagartija verde, correteando cerca de él, con la cola levantada.

-Si, ¿por qué? -decía una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol.

-Eso digo yo, ¿por qué? -murmuró una margarita a su vecina, con una vocecilla tenue.

-Llora por una rosa roja.

-¿Por una rosa roja? ¡Qué tontería!

Y la lagartija, que era algo cínica, se echo a reír con todas sus ganas.

Pero el ruiseñor, que comprendía el secreto de la pena del estudiante, permaneció silencioso en la encina, reflexionando sobre el misterio del amor.

De pronto desplegó sus alas oscuras y emprendió el vuelo.

Pasó por el bosque como una sombra, y como una sombra atravesó el jardín.

En el centro del prado se levantaba un hermoso rosal, y al verle, voló hacia él y se posó sobre una ramita.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son blancas -contestó-, blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Ve en busca del hermano mío que crece alrededor del viejo reloj de sol y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía entorno del viejo reloj de sol.

-Dame una rosa roja -le gritó -, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el rosal meneó la cabeza.

-Mis rosas son amarillas -respondió-, tan amarillas como los cabellos de las sirenas que se sientan sobre un tronco de árbol, más amarillas que el narciso que florece en los prados antes de que llegue el segador con la hoz. Ve en busca de mi hermano, el que crece debajo de la ventana del estudiante, y quizá el te dé lo que quieres.

Entonces el ruiseñor voló al rosal que crecía debajo de la ventana del estudiante.

-Dame una rosa roja -le gritó-, y te cantaré mis canciones más dulces.

Pero el arbusto meneó la cabeza.

-Mis rosas son rojas -respondió-, tan rojas como las patas de las palomas, más rojas que los grandes abanicos de coral que el océano mece en sus abismos; pero el invierno ha helado mis venas, la escarcha ha marchitado mis botones, el huracán ha partido mis ramas, y no tendré más rosas este año.

-No necesito más que una rosa roja -gritó el ruiseñor-, una sola rosa roja. ¿No hay ningún medio para que yo la consiga?

-Hay un medio -respondió el rosal-, pero es tan terrible que no me atrevo a decírtelo.

-Dímelo -contestó el ruiseñor-. No soy miedoso.

-Si necesitas una rosa roja -dijo el rosal -, tienes que hacerla con notas de música al claro de luna y teñirla con sangre de tu propio corazón. Cantarás para mí con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas te atravesarán el corazón: la sangre de tu vida correrá por mis venas y se convertirá en sangre mía.

-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?

Entonces desplegó sus alas obscuras y emprendió el vuelo. Pasó por el jardín como una sombra y como una sombra cruzó el bosque.

El joven estudiante permanecía tendido sobre el césped allí donde el ruiseñor lo dejó y las lágrimas no se habían secado aún en sus bellos ojos.

-Sé feliz -le gritó el ruiseñor-, sé feliz; tendrás tu rosa roja. La crearé con notas de música al claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. Lo único que te pido, en cambio, es que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, aunque ésta sea sabia; más fuerte que el poder, por fuerte que éste lo sea. Sus alas son color de fuego y su cuerpo color de llama; sus labios son dulces como la miel y su hálito es como el incienso.

El estudiante levantó los ojos del césped y prestó atención; pero no pudo comprender lo que le decía el ruiseñor, pues sólo sabía las cosas que están escritas en los libros.

Pero la encina lo comprendió y se puso triste, porque amaba mucho al ruiseñor que había construido su nido en sus ramas.

-Cántame la última canción -murmuró-. ¡Me quedaré tan triste cuando te vayas!

Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su voz era como el agua que ríe en una fuente argentina.

Al terminar la canción, el estudiante se levantó, sacando al mismo tiempo su cuaderno de notas y su lápiz.

"El ruiseñor -se decía paseándose por la alameda-, el ruiseñor posee una belleza innegable, ¿pero siente? Me temo que no. Después de todo, es como muchos artistas: puro estilo, exento de sinceridad. No se sacrifica por los demás. No piensa más que en la música y en el arte; como todo el mundo sabe, es egoísta. Ciertamente, no puede negarse que su garganta tiene notas bellísimas. ¿Que lástima que todo eso no tenga sentido alguno, que no persiga ningún fin práctico!"

Y volviendo a su habitación, se acostó sobre su jergoncillo y se puso a pensar en su adorada.

Al poco rato se quedo dormido.

Y cuando la luna brillaba en los cielos, el ruiseñor voló al rosal y colocó su pecho contra las espinas.

Y toda la noche cantó con el pecho apoyado sobre las espinas, y la fría luna de cristal se detuvo y estuvo escuchando toda la noche.

Cantó durante toda la noche, y las espinas penetraron cada vez más en su pecho, y la sangre de su vida fluía de su pecho.

Al principio cantó el nacimiento del amor en el corazón de un joven y de una muchacha, y sobre la rama más alta del rosal floreció una rosa maravillosa, pétalo tras pétalo, canción tras canción.

Primero era pálida como la bruma que flota sobre el río, pálida como los pies de la mañana y argentada como las alas de la aurora.

La rosa que florecía sobre la rama más alta del rosal parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de la rosa en un lago.

Pero el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fluyó más sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión en el alma de un hombre y de una virgen.

Y un delicado rubor apareció sobre los pétalos de la rosa, lo mismo que enrojece la cara de un enamorado que besa los labios de su prometida.

Pero las espinas no habían llegado aún al corazón del ruiseñor; por eso el corazón de la rosa seguía blanco: porque sólo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa.

Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas.

-Apriétate más, ruiseñorcito -le decía-, o llegará el día antes de que la rosa esté terminada.

Entonces el ruiseñor se apretó aún más contra las espinas, y las espinas tocaron su corazón y él sintió en su interior un cruel tormento de dolor.

Cuanto más acerbo era su dolor, más impetuoso salía su canto, porque cantaba el amor sublimado por la muerte, el amor que no termina en la tumba.

Y la rosa maravillosa enrojeció como las rosas de Bengala. Purpúreo era el color de los pétalos y purpúreo como un rubí era su corazón.

Pero la voz del ruiseñor desfalleció. Sus breves alas empezaron a batir y una nube se extendió sobre sus ojos.

Su canto se fue debilitando cada vez más. Sintió que algo se le ahogaba en la garganta.

Entonces su canto tuvo un último destello. La blanca luna le oyó y olvidándose de la aurora se detuvo en el cielo.

La rosa roja le oyó; tembló toda ella de arrobamiento y abrió sus pétalos al aire frío del alba.

El eco le condujo hacia su caverna purpúrea de las colinas, despertando de sus sueños a los rebaños dormidos.

El canto flotó entre los cañaverales del río, que llevaron su mensaje al mar.

-Mira, mira -gritó el rosal-, ya está terminada la rosa.

Pero el ruiseñor no respondió; yacía muerto sobre las altas hierbas, con el corazón traspasado de espinas.

A medio día el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera.

-¡Qué extraña buena suerte! -exclamó-. ¡He aquí una rosa roja! No he visto rosa semejante en toda vida. Es tan bella que estoy seguro de que debe tener en latín un nombre muy enrevesado.

E inclinándose, la cogió.

Inmediatamente se puso el sombrero y corrió a casa del profesor, llevando en su mano la rosa.

La hija del profesor estaba sentada a la puerta. Devanaba seda azul sobre un carrete, con un perrito echado a sus pies.

-Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja -le dijo el estudiante-. He aquí la rosa más roja del mundo. Esta noche la prenderás cerca de tu corazón, y cuando bailemos juntos, ella te dirá cuanto te quiero.

Pero la joven frunció las cejas.

-Temo que esta rosa no armonice bien con mi vestido -respondió-. Además, el sobrino del chambelán me ha enviado varias joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas cuestan más que las flores.

-¡Oh, qué ingrata eres! -dijo el estudiante lleno de cólera.

Y tiró la rosa al arroyo.

Un pesado carro la aplastó.

-¡Ingrato! -dijo la joven-. Te diré que te portas como un grosero; y después de todo, ¿qué eres? Un simple estudiante. ¡Bah! No creo que puedas tener nunca hebillas de plata en los zapatos como las del sobrino del chambelán.

Y levantándose de su silla, se metió en su casa.

"¡Qué tontería es el amor! -se decía el estudiante a su regreso-. No es ni la mitad de útil que la lógica, porque no puede probar nada; habla siempre de cosas que no sucederán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. Realmente, no es nada práctico, y como en nuestra época todo estriba en ser práctico, voy a volver a la filosofía y al estudio de la metafísica."

Y dicho esto, el estudiante, una vez en su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer.

domingo, 12 de febrero de 2012

L'amant de tota la vida, V. A. Estellés

Sabia que vindries, que ja era
l'hora de parar taula dignament,
d'obrir la porta i enramar el vent
amb les paraules de la primavera.

Amor i més amor d'aquell que espera,
amor i més amor d'aquell que sent
la pentecosta de l'amor, l'advent,
i en el vent el gran crit de la bandera.

Tenia a punt, amor, totes les coses
perquè sabia que vindries, ara,
amb un escàndol de sonets i roses.

Amor i més amor i més encara,
i avemaries i vitralls i aloses,
i tots els blats novells de la tarara.


Tornada...


Amor i amor quan plou i quan fa sol,
amor quan és de dia o és de nit,
i a la taula i al llit, al primer crit,
i l'oli socarrant-se en el cresol.

L'amor, que és una pena i un consol,
un desembre plujós i abril florit,
atrevit, enardit i decidit,
que tot ho té i ho dóna i tot ho vol.

Plou i plou en finíssimes agulles,
plou i plou en la brossa, en el terrat,
plou i plou en la roba i en les fulles...

D'amor de cap a peus vinc amarat,
d'amor i de furor quan et despulles
vora el llit on t'espere despullat.

lunes, 6 de febrero de 2012

Tecum

Amb tu, hagués compartit tantes coses... una mirada, una conversa, unes rises i fins i tot una vida, haguérem fet papallones amb les mans mentre ens haguérem vist de manera tendra menjant-nos a besos. Junts plorant, rient, ... i m’hagués donat conter de que hi ha coses que no es poden somniar i que per molt es somnien no en són de comparables, comparable com el despertar al teu costat, sempre he pensat que no hi ha res com veure el teu cos damunt d’aquell matalàs dividit en parts i temors amb una lleugera línia imaginària. Ningú va dir-nos mai que acabaria així però ací estem, parint poemes tristos baix una mirada que observa atenta reflexada a una pantalla, i un record, record d’haver compartit amb tu tantes coses... un capvespre, hores de camí, converses, un portal, un gelat amb canella d’eixos que t’agradaven a tu, una fosca nit a la platja ... i ara així com desconeguts. No em consolen cançons que parlen d’amors que es frustren i es curen amb altres portes que s’obrin, jo vull ésser, no ser, sinó ésser, això si.. sempre al teu costat.

(Després els meus amics em diran que soc l’home que du els calçotets grans, calzonazos, però que íntima alegria aquella de sentir-me com soc)

jueves, 16 de junio de 2011

Adéu familia ...

Hui recorde al teu avi, eixe que ploraves ara fa un parell d’anys. Encara recorde la mirada profunda, llarga, dura e interminable que li produïa a una nena que acabava de tindre la seua primera sang. Allí era el cos, ja sense vida mentre tu poc a poc intentaves mirar cap un buit per no enrecordar-te de la teua condició. Ara no sé si el plores, però a casa has deixat un silenci. Partires com va partir ell, sense carta ni despedida ninguna, fent com si no hagueres passat per la nostra vida, com si tot això fora o hagués sigut un malson. Ara puges les teues fotos al tuenti, mentrestant jo recordaré de qui eres, qui et va resguardar, qui et dugué al seu cotxe mentre volies gaudir de dies estivals a aquella basa que hui no està neta. Has partit i deixat sol a qui t’estimava, fent d’ell com un objecte, com un silenci sense paraules, com una merda, com algo que no puc explicar del mal que fa, si potser era el que fora, però era sang de la teua sang, de la mateixa que és la teua iaia, de la mateixa que era el teu iaio, i que hui inevitablement encara que no vulgues evitar-ho i ho borres a tota costa, d’aquella que circula per les teues venes.
No sé si ha sigut decisió pròpia, pel teu bé pense que sí, del contrari algú hagués caigut del pedestal on la tenia. De totes maneres ara no estàs ací, però t’ho dic jo: estem mascant la tragèdia.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Moriré el dia en que la teua pell anacarada no puga ser penetrada pels raigs del sol. Eixe dia, entre amargues i salades gotes recordaré les teues paraules, eixes que eixiren d’entre la teua boca. No puc deixar de banda els teus ulls amb una mirada il•lusòria, basada en les meues mentires, en els meus altars, que vol arribar als teus cabells, a les teues ales. No coneixeré mai les teues entranyes, el teu fos intern, la teua profunda vida. Mai podré sentir el bategar del teu cor, ni el teu tacte per la meua “àspera envoltura”. Ahir pensava en la teua vida i en la meua història, es difícil voler fer amb el temps un joc, i no una realitat, no ens trobarem mai en un sol cos, en una sola forma. No podré plorar i sentir el teu perfum, per molt que plore, per molt que faça, per molt que puga sentir. Tinc un somni, un somni per a tu amb tu i per tu. I no el podré complir mai, per moltes hores, per moltes paraules, per molts eixamples. Ara pare ja queda poc per a donar-me conter de que tot acaba, i de escriure però no sentir que sí, que es així, que no passa res. Hui, ara, en quest moment, pense en tu i en la nostra història. No sé mai el que tindrem junts però sempre em quedarà al record aquelles mentires que, en lletra de nina, hui escric amb taca en aquest full. Ací ho vaig parir, i ací ho deixe, sense buscar res, sense cap fi, amb una única pausa, en un record de que algun dia, en algun lloc ressonaran aquestes paraules que teixiran intimitat, una intimitat que no tornarà, que ací es queda. Seria trist despedir aquestes paraules, però res es etern, ni tu, ni jo, ni aquesta composició de sentiments i mentires.

domingo, 13 de marzo de 2011

Amb neurosi, així es com definiria el dia d’avui, una mica cansat per això de llevar-se tan matí. Amb eixa sensació d’ulls borrosos, tristos perquè volen recordar aquelles mirades que mai existiren; o simplement busquen un canvi de vida, algo distint, especial, particular... d’eixes coses que no es fan tots els dies. Tal volta es moment de recordar que tot queda ací, que res passa d’aquestes quatre parets, d’aquesta pantalla. Que res t’arriba a tu ni a ningú a qui vull que li arribe. Bona nit, encara que siguen les cinc de la vesprada. Ja em temptaràs un altre dia, avui no.